"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
|
06-09-2015 |
El falso debate: entre un traidor y un farsante (1, 2, 3)
Notas
c.er
Código Pais, - con financiamiento bancario privado “para ser más eficiente”- pertenece a las canalladas históricas más recientes a que nos tiene acostumbrado el “progresismo” gobernante.
Son falsos debates, debates para “entretener” a la “gilada” que suponen “acrítica” y sentada ante la “caja boba” contemplándolos arrobados. Son “las verdades” que ofrece el sistema, verdades a medias, entreveradas con chismes y chimentos. Con esas minucias que lo primero que testimonian es el interés de que no se aclare nada y se tape todo, se entretiene al “gran público”.
Detrás están algunos que ofician de periodistas, en primer término Alfonso Lessa, en su papel de títere, pero ahora al servicio de dos titiriteros prominentes, los “guerrilleros arrepentidos” EFH y el “Pepe” Mujica.
El “debate” es una trampa –de dos horas de duración- donde de antemano están fijadas las reglas del juego, y el “perdedor”, que no es otro que el Sr. Hector Amodio Perez.
La táctica es sencilla: enfrentarlo a un cínico, a un empresario millonario y que éste asuma “la pose” de “defensor de la izquierda toda”.
A Federico Fasano lo conoce en Uruguay, todo el mundo. Es “un pícaro” argentino-oriental, un hombre que hizo su fortuna personal con créditos públicos del estado, un empresario periodístico “negrero” con el personal gráfico de sus empresas, y con innumerables conflictos con el sindicato gráfico. La representación vívida del “selfmade man” de cierto “empresismo” que además la posa de “progresista”. Una basura humana, impresentable, en cualquier otro lugar.
Ese “hombre” que pidió antes del debate garantías para “su seguridad personal” y chequeo de armas posibles en el oponente, conseguido el objetivo, le metieron en el reñidero televisivo, para justificar lo que nunca puede –y pudo- justificarse.
¿Qué hizo el Sr. Federico Fasano? –Concurrió a un cuartel donde se encontraba un preso, que a esa altura de los acontecimientos todo el mundo sabía que colaboraba con los militares, tomando todos los recaudos correspondientes a efectos de que se supiera “que si algo le pasaba” adentro de la “leonera” hubiera figuras políticas que reclamaran por él.
En su mente, ante su audacia maquiavélica, estaban varias alternativas: hacerse con un original de un libro (lo propagandeó como posible y hasta con título entonces: “Paren las rotativas”). La otra alternativa era “negociar el original” con los líderes políticos involucrados, para de esa manera aumentar su influencia en los círculos del poder político uruguayo, dispensador de “créditos” que sus empresas deficitarias siempre necesitaban. O sea, un negocio a dos puntas.
Ahora -43 años después- hasta justifica lo que hizo, y se permite posarla de “esforzado soldado al servicio de la izquierda y su legalidad posible”. Una mentira, una impostura, que no hay ingenuo que la pueda consumir.
En 1972, con los militares reprimiendo a la guerrilla, no había quien ignorara que el golpe militar se venía en Uruguay. A los “generales” golpistas los habían promovido primero “al generalato” los mismos políticos burgueses, porque las “venias” las otorgaban los “senadores”. Es la demostración más clara del contubernio político institucional nacional, la “colaboración cívico-militar” reaseguro último del estado burgués nacional.
Y a esa altura la posición golpista de “darle vacaciones a la democracia” estaba suficientemente madura, para que los sectores políticos, que habían una y otra vez votados los estados “de exepción”, las “medidas prontas de seguridad” se sacaran de una vez por todas las falsas caretas con que se habían adornado hasta entonces, y se enfrentaran abiertamente con los sectores “legalistas” de ese mismo poder político nacional, sabiendo que tenían todas las de ganar.
El resto, era –y fue- simples “mariscaleos” que están perfectamente documentados en los libros de Alfonso Lessa. Agitaciones y reuniones de altos oficiales “con uniforme” al lado de los mismos políticos “legalistas” con los cuales cacareaban de “legalidades” que ni unos ni otros estaban dispuestos a sostener.
Los “legalistas” políticos y los “legalistas” de uniforme, estaban para el mero cacareo asustado de gallinas que contemplaban como el zorro entraba una y otra vez al gallinero y se llevaba las más apetitosas. Esa es la verdad escueta, que se demostraría ampliamente, cuando el “almirante” Zorrilla se parapetó en la Ciudad Vieja, sin voluntad de llevar el enfrentamiento “en defensa de las leyes” hasta sus últimas consecuencias.
Todo ese alto mundo – de la política y del uniforme - esperaba que alguien les sacara las castañas del fuego, para después subirse al carro ganador.
Federico Fasano, “periodista”, empresario periodístico, no lo ignoraba. Y se movió en el escenario, para quedar “bien situado” tanto con una posibilidad como con la otra.
Si un sector “legalista” imponía “la renuncia” de Bordaberry, se realizaban nuevas elecciones, donde el candidato del Partido Nacional, Ferreira Aldunate, era con amplio margen de posibilidades el futuro presidente.
Si un sector “peruanista” lograba imponerse, se abría la posibilidad de que “la izquierda” se subiera al carro vencedor, para proporcionarle los “elencos civiles” necesarios para la gestión de gobierno.
Ni una ni otra posibilidad se concretaron. Lo que se concretó fue la “otra variable”: que Bordaberry se subiera al carro de los golpistas, aceptara sus condiciones y fuera el “presidente electo pero sin poder” que fue, hasta que madura las condiciones, los golpistas se desembarazan del escollo que éste representaba. Eso fue lo que pasó. Así se llegó al juntismo militar que se conoce ampliamente como “la dictadura militar”.
Con esas dos primeras perspectivas en la mente, Federico Fasano concurrió a los cuarteles, y se entrevistó con Amodio Perez, habiendo leído antes un resumen de su libro, pero con la mente puesta en aprovechar la ocasión para hacer jugar la agenda propia .
Era “el amigo” dispuesto a traicionar a su supuesto “amigo”. Pero tenía también otra alternativa como posibilidad: la alternativa de decirle francamente a su “amigo”: “Mirá esto no te lo publico, quédate con el manuscrito y búscate otro editor”. Solo que esa posibilidad, lo dejaba fuera del juego a él, y su egotismo personal de especulador y maniobrero no se lo permitían.
Así fue como se llegó a la “historia” de otro despistado el Sr. Jorge L. Marius y su anterior librito “La tiranía de la miseria” que lo dice en la tapa “contiene la transcripción completa del libro de Amodio de 1972, realizada por Jorge L. Marius del original en hojillas de cigarrillos”.
Así –decimos nostros- se escribe la historia mentirosa del “pasado histórico reciente”.
En esta “historia” por más que Fasano pretenda presentarse ahora, como “el protector de la democracia y de la izquierda” su rol es bien miserable. Es el “amigo” que desfrauda a su “amigo”, y es también, el hombre que corre con el manuscrito a entrevistarse con “la oposición democrática” (léase Ferreira Aldunate, léase Liber Seregni, léase Zelmar Michelini) dispuesto una vez mas a traicionar a todos ellos, para hacerlo coincidir con los cálculos de su propia agenda personal. El resultado es que ni publicó el libro, ni salvó a la democracia herida de muerte, ni salvó a la izquierda. Se salvó –a gatas- él solo y con la “agenda” además fracasada.
Y ahora, a este farsante, lo llevan a un debate televisivo, con el prontuario de falsario y mentiroso contumaz que lo acompaña, para hacerlo debatir y permitirle que se haga cartel de democráta, socialista y salvador en ciernes, de lo que nunca salvó. Se habrá que joderse, en este paisito!!!
Pero, además, falta explicar “la falsificación” del original “en hojillas de fumar”, que fue a parar a las manos del Partido Democrata Cristiano y que se archivó “cuidadosamente” en una carpeta, como si fuera un documento histórico invalorable, cuando es una mera falsificación, en la que participó más de una persona . ¿Quien o quienes fueron los falsificadores?
Porque Federico Fasano sabe –y lo sabe muy bien- que las mentiras quedan grabadas en los estudios de televisión y que después, los que escriben libros, sabrán sacar sus conclusiones.
Federico Fasano, el amigo y presentador del Sr. EFH, como “escribido” de los jueves, en su antiguo periódico y presentador del mismo en los debates sobre “el socialismo” es una marioneta de este gran maniobrero y titiritero que es su “protegido”.
Es enviado “al debate” para “tantear el terreno”, como lo hizo antes con el “ministerio de defensa” a donde envio a su amanuense “el ratón” Rosadilla para que le abriera camino. Es uno de los que “ordena” desde el ministerio de defensa que sean “dos militares” los que se presenten judicialmente como acusadores de Hector Amodio Perez.
Y “la jugada” tiene también a otro jugador oculto entre las cortinas: el Sr. José “Pepe” Mujica que además “facilita” desde su sitial político, los “contactos pertinentes” con el ministerio del interior y las necesarias conexiones judiciales.
Y, todos juntos, arman la tramoya, en la que entra el periodismo televisivo nacional del canal 12.
Toda la jugada esta condenada al fracaso, pero por el momento entretiene.
Esta condenada al fracaso, porque al Sr. Amodio Perez, no lo requirió nunca –hasta ahora- la justicia uruguaya.
Esta condenada al fracaso porque hubo muchos otros “traidores” y hasta “delatores” que se pusieron “el uniforme” y salieron a recorrer el espinel, en los “camellos” militares.
Esta condenada al fracaso porque, es innegable, que a Piriz Bude, nunca nadie lo requirió y vive, hace años, en Uruguay sin ser molestado.
Y esta condenado –finalmente- al fracaso, hasta que se publiquen las actas de lo que declararon en el Florida y después en Paso de los Toros , las principales “vacas sagradas” de la dirección del antiguo MLN-Tupamaros cuando se decidieron a dar “el libretazo”( sin mandato organico, que los avalara) de las negociaciones.
Por todo eso, estas notas y sus ulterioridades merecen algún comentario más.
Falsos debates (2).
Y en algún abra dejó
Su perseguida pisada,
Fue leyenda condenada
Cuento de espanto y de robo
Y el que lo empujó a ser lobo
Comía la borregada”
de Zitarrosa “Defensa del gaucho”.
Cerrábamos el articulo anterior con una requisitoria: que se publiquen las actas de las declaraciones realizadas en el Florida por los principales detenidos que protagonizaron las denominadas “negociaciones”.
Se trata de las actas de declaraciones del Sr. EFH, del Sr. Mauricio Rosencof, del Sr. Julio Marenales, del Sr. Manera Lluveras, actas de declaraciones que son previas a las que pudiera realizar otro detenido: el Sr. Hector Amodio Perez.
Y agregábamos, que se hagan públicas también, las declaraciones de los mismos en otro lugar, Paso de los Toros, donde debieron concurrir posteriormente al traslado desde “el Florida” a Punta de Rieles.
Es singular que enterada la gran prensa que lee a las páginas alternativas (y que las cita como fuentes entre las bibliografías a las que recurrieron) de estas iniciativas, se niega sistemáticamente al comentario. Son los mecanismos de lo que hemos señalado como “la autocensura” . Saber las cosas como periodistas, pero silenciárselas al público.
Pasa con esto, lo mismo que pasó, cuando ciertos círculos militares, hace años, dieron a conocer a cierta prensa local, las declaraciones “del detenido especial” EFH, copia facsimilar del documento, inclusive con los sellos que autentificaban su procedencia.
El documento circuló, pero la prensa grande, así como la radio y la televisión, recibieron la orden de mantener la boca cerrada “hasta nueva orden”. El asunto debía ser silenciado a cal y canto. Las declaraciones eran de 1977 e, involucraban a 39 personas que estaban requeridos por el poder militar de facto que existía en Uruguay. Se daban de ellos “perfiles psicológicos” que en algunos casos los condenaban a muerte en caso de detención. Entre ellos, el recientemente fallecido Alberto “el Loco” Iglesias, que era descripto como “hombre de armas tomar, que no se entregará sin luchar”. Es decir un pasaporte a matarlo antes que capturarlo. El declarante era el “ortiva Número Uno”, al servicio del Ejercito, su actual ministro en el ramo. El Sr. EFH.
Consignemos –de paso- que el Sr. Rolando Sasso en su último libro “Tupamaros, la Derrota” edit. Fin de Siglo, abril del 2015, 286 págs., consigna lo siguiente en el capítulo 11 que lleva el acápite “14 de abril de 1972” y que abarca las páginas 153 a la 167, lo que trascribimos, en su página 165: “El martes 11 de abril de 1972 se produjo un contacto –encuentro- entre el Cristo Miguel Angel Olivera y el Loco Alberto Iglesias que pronto tendría una importancia capital.
“Alberto estaba viviendo en la ruta 1, cuando Olivera llega hasta el local y tomando unos mates le plantea la necesidad de sacar una operación de apuro, con el argumento de ganarle de mano a la Quince. Le dijeron de hacerla desde el Collar para que no la hiciera la gente de Amodio, porque había una pica entre columnas, una competencia que superaba lo razonable, tomaba rasgos enfermizos, expresión de la lucha por el poder al interior del MLN.”
“Pero a mi me importaba un huevo, porque además yo venía de la 15….”
Este señalamiento es importante porque M.A.O. era un enviado del señor EFH, lo que demuestra que este representante de la “línea humanista” era tan sanguinario como los “representantes de la línea bestia” a los que supuestamente estaba opuesto. Y lo fue hasta el 11 de abril, o sea 3 días antes de ser capturado. Cuando capturado, se convirtió de planfletario teórico de la violencia de otros, en mansa palomita, que salía a recorrer el espinel proponiendo “la rendición incondicional” y desparramando a su paso todos los “caramelos” posibles con el mismo mensaje.
Es conveniente consignar estas cosas, en momentos en que por extraña casualidad se dejan granadas anti-tanque en el terreno (batallón No. 13) donde se realizaran excavaciones en busca de supuestos cuerpos asesinados por el ejército en aquellos años, porque quizás el mismo militar que colocó la granada anti tanque, conoce que el Sr. Ministro del ramo, vive por el momento, en un departamentito muy coqueto en el mismo ministerio. Y quizás él o algún otro, encuentra la forma de conectar una granada de mano a la cisterna del baño del susodicho ministro y nos da a todos la felicidad de que accionando el sistema el hombre haga la felicidad interior de todos y se suicide como Barneix.
Volvamos ahora, a nuestro tema.
Cuando el Sr. Hector Amodio Perez, hace su reaparición –en el año 2013- era un figura olvidada, caracterizada como “el archi-traidor”. El estudio de las circunstancias llevó a muchos militantes – en el 1972 y después - a comentar que “al Negro” le habían también colgado “culpas ajenas”. O sea, lo usaron de chivo expiatorio, atribuyéndole artes y milagros que eran de otros y con una finalidad muy clara: sacarse los principales involucrados en las “denominadas” negociaciones, culpas propias. Ellos y otros asociados en dependencia directa de los mismos. Los indicios que llevaron a esas conclusiones eran muchos, entre otros cierta frase criptica de Sendic cuando se mencionaba el tema o, mejor dicho, los temas de la traición: “Dejemos las cosas como están”.
Después sería el mismo Sendic, el que habría de sufrir en carne propia, las ramificaciones del poder de intriga, de sus antiguos camaradas dirigentes, cuando estos hicieron circular la versión: “de que estaba loco”.
Hector Amodio Perez, despierta entre la vieja militancia sentimientos muy fuertes: es la personificación –con otros- del personaje del traidor. El hombre que traiciona a sus compañeros, el hombre que viola los pactos no escritos de lealtad, rectitud, decencia y dedicación a la causa de la revolución social. Eso y “la derrota” bulle todavía en la sangre de todos los militantes.
Para las “vacas sagradas” el tema es diferente. Para la dirección particularmente EFH, Julio Marenales, y también para otros que estuvieron en cargos de responsabilidad y dirección, es el hombre que puede hacerles bolsa, las “historias” cuidadosamente mentidas. En esta situación se encuentra “el referente” José “Pepe” Mujica, su señora esposa “la Tronca” Topolansky y muchos otros más que ejecutaron órdenes tendientes al desarme y la entrega de armas, así como en la segunda parte de las “negociaciones” que por Amodio Perez, ahora sabemos que se dividen en dos fases: antes del ajusticiamiento del coronel Artigas Alvarez y la fase posterior de los “ilícitos económicos”.
Hector Amodio Perez, nos dá otra historia y un ángulo diferente de interpretación. Nos dice que renunció al Comando General , como consecuencia de que se oponía a dos cuestiones concretas: el Plan Hipolito (que culmina el 14 de Abril) y el Segundo Frente (más conocido como Plan Tatu).
Curiosamente, estas apreciaciones, posiblemente el único hilo racional que puede llevarnos a una explicación de su defección, es sistemáticamente silenciada por todos los que se le oponen: los publicistas burgueses, los sobrevivientes de la antigua “dirección oficial” e, inclusive, “los aparatistas sin aparato”.
Todos están aferrados a una visión caprichosa y elemental: “el traidor es un traidor y basta”.
A “lo otro” que son discrepancias políticas en aspectos centrales, para explicar “la derrota” no hay quién los quiera examinar.
Este es para nosotros el punto fuerte de la argumentación de Amodio. El núcleo central de “su verdad”.
Pero además, agrega otras “luces” sobre un episodio que también se elude: las consecuencias políticas y organizativas del episodio de “la caída de Almería” y sus repercusiones internas.
Se trata de tres caídas sucesivas de organismos de dirección (una nunca descubierta por el enemigo) que implicaron una tensión formidable al seno de la estructura organizativa. Hay que reponer en primer lugar la coordinación elemental entre las columnas, hay que lograr una nueva dirección aceptada por todas las columnas, hay finalmente, que reencauzar el funcionamiento y hacer frente a las críticas internas que provocaban esos retrocesos. Amodio también arroja luz, en su libro, sobre detalles fundamentales de estos acontecimientos.
Todas estas cuestiones han sido bagatelizadas en “la historia oficial”.
Escribimos estas líneas en el 2015, -43 años después de los acontecimientos- y, cuando otras experiencias revolucionarias, en otras partes del mundo, también nos han dejado su saldo y sus experiencias y con ellas, nuevos elementos que en el 1972 ignorábamos completamente.
El militante “colgado”, el militante clandestino que queda fuera de la organización es la fundamental que queremos rescatar, más de un militante, en diferentes versiones conoce el tema, inclusive más de uno tiene experiencias particulares –y en algunos casos particularmente propias- sobre el tema.
Las organizaciones guerrilleras latinoamericanas no tenían solución al problema del militante clandestino que discrepaba. Mucho menos para un dirigente. La solución a la que se apelaba –y hasta hoy parece un mantra, cuando en realidad es una barbaridad - era la eliminación física del elemento discrepante.
De esa manera, todo lo que al esfuerzo revolucionario popular le había costado enormes sacrificios se dilapidaba por una visión estrecha y sectaria del problema, tomada de prestado directamente, de las peores experiencias del estalinismo.
Los activistas, los militantes los cuadros intermedios y los cuadros de dirección, no nacen –como tales- de la nada. Son el producto de una formación donde la convicción y la formación política fortalece su voluntad y sus convicciones. Olvidar esa regla fundamental, lleva a los sectarismos inútiles, a las obsecaciones y a que primen los aventureros.
Así se sacrificó a Roque Dalton, y así se sacrificó a muchos otros. Así también pasó en el viejo MLN-Tupamaros. Pasó después del 72 y pasó también en Chile con los “renunciantes” y pasó también, después, en Argentina, en otros episodios. Cierto discrepante: Efrain Martinez Platero me lo señalaba –al pasar- cuando me narró sus discrepancias a tomar partido en las polémicas internas que dividían bandos entre “los renunciantes” y “la tendencia proletaria” que acaudillaba Cultelli. Si hay sobrevivientes de aquellas experiencias sectarias, es porque al seno de la organización no faltaron individuos con sentido común y el coraje suficiente para oponerse –aún con riesgo de su propia vida- a convertirse o en sicarios, o en indiferentes que dejaban pasar las cosas, para no ser envueltos por los acontecimientos.
Otro compañero –para nosotros muy querido y experimentado- le ha dado al asunto un nombre original: “llevar a un hombre a patear rejas”.
Todo esto sucedió en el caso de Hector Amodio Perez, sin que estos señalamientos signifiquen en medida alguna que justifiquemos su traición, pero que si, que situemos a la misma en un contexto, donde también intervengan nuestras propias carencias, nuestras limitaciones y nuestros propios errores. Los nuestros, como militantes, y los de los dirigentes que entonces, lo eran.
Amodio, cuando renunció al Comando General, tenía los días contados. Había jugado a tomar el poder, a imponerse como jefe único, a romper con “la unidad con tensiones” que era lo que les daba a todos ellos vitalidad, capacidad de adaptación, unidad de acción con discrepancias de miras y de perspectivas.
El proceso, sus etapas, él mismo lo ha consignado: empieza después de Almería, cuando Sendic viaja desde la Carcel Central al Penal de Punta Carretas y dialoga sobre las posibilidades futuras de los secuestros y los secuestrados, con solo una parte de la dirección, excluyendo ilegítimamente a Amodio. Sabía que se exponía a críticas por las condiciones de su caída, que fue perfectamente evitable. De la caída general –de toda la dirección- se salva solamente “el negro” Mansilla, que contempla (al igual que Sendic) el despliegue policial en la zona, pero que opta por retirarase.
Después, esas diferencias iniciales, se solidificaran en Punta Carretas, dónde Amodio, tenía las llaves y las claves de un elemento central de comunicación: la entrada y salida de los mensajes de la dirección interna a la dirección actuante afuera. Sobre estos elementos que demuestran hasta la saciedad como se combinaban “la confianza política” y las discrepancias, no se quiere hablar, ni analizar.
Hasta el “Abuso” esas diferencias se irán profundizando y abarcando otros campos: las comunicaciones “paralelas” de Sendic con las columnas (o estructuras) del interior, con las cuales Sendic mantenía contactos particulares separados e independientes de la vía regular de esas comunicaciones. Estas comunicaciones hechas bajo el pseudonimo “Pico y Pala” son las que merecen ser investigadas. ¿Son las mismas un hecho cierto, o son una mentira? ¿Es cierto o no es cierto que Sendic tenía el vicio de tener comunicaciones fuera del marco regular, válido para todos? Nuestras investigaciones particulares nos llevan a la conclusión de que esos aspectos de las actividades políticas de Raul Sendic, están plenamente demostradas.
Que eran una de las formas (preocupantes e inquietantes para la dirección de la interna) que Raul Sendic utilizaba para impulsar o forzar situaciones políticas y poner a los demás ante los hechos consumados. Rasgos, comentarios, de todos estos aspectos, aparecen en todos los que han recordado, comentado o, glosado sus actitudes políticas. Son las famosas “picardías” del Bebe.
Señalar estas cuestiones, pero no verlas en las implicaciones organizativas que las mismas tenían para los otros miembros de la dirección, es uno de los aspectos sobre los que los comentaristas, biográfos y partidarios se niegan a comentar, a pesar de que todos reconocen –en otros contextos- que eran situaciones penosas y que complicaban extraordinariamente las tareas. Sendic – es nuestra posición actual - era en muchos aspectos “un águila”, un vaqueano certero, un líder apreciado y querido por las bases, y fue también un hombre que no claudico ni en la tortura, ni en las prisiones, pero también tenía aspectos negativos, con los cuales se ha sido completamente indulgente. El hombre “completo” tenía sus luces y sus sombras. Así hemos llegado “al finado, santificado, en el recuerdo”.
Cierto compañero antiguo que no se caracteriza por hacer juicios a la ligera, sino que medita y mucho, sobre los conceptos que vierte, ha dicho en alguna oportunidad: “Al Negro Amodio no lo fuimos a buscar hecho a la Feria de Tristan Narvajas” . Es señalar que se formó (o deformó) al seno de todos nosotros.
Por todos estos motivos, consideramos que se hace necesario una tercera nota.
Falsos debates (3)
El falso debate, dirigido fundamentalmente “al gran público” de la caja televisiva, cumple un rol fundamental para los dueños de los medios de engaño masivo al público, “falsimedia”, órganos de los que son propietarios los mismos grandes grupos burgueses que son propietarios de los medios de producción nacionales: la tierra, la actividad industrial y la banca.
Esos mismos grupos burgueses, los burgueses de “la dependencia nacional” cumplen a través de esos medios el rol que no pueden cumplir los partidos burgueses tradicionales, su antiguo canal anterior al triunfo electoral “progresista”. Hoy esos medios cumplen el papel de los partidos blanqui-colorados que están debilitados, alicaídos y completamente desprestigiados.
Informar falsamente, desinformar, entonces, es una función de altísima prioridad, en lo que se denomina “la lucha ideológica” por la dominación de las cabezas y el pensamiento de las clases, capas y sectores explotados.
Con ese objetivo y para ese fin, se instalan los “debates informativos” que tienen libreto, y finalidades bien obvias: hacer que ciertos temas –caros a la burguesía- tengan “reflejo popular”. Prioridad en todos ellos tiene un tema central: desprestigiar el cambio radical, revolucionario, con participación colectiva primero y masiva después, de los grandes postergados nacionales: los trabajadores y todas las capas y clases de asalariados. Si logran ese objetivo, podrán decir gozosos que han cumplido la tarea. Que han logrado implantar en las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos votantes, “su agenda”, sus “temas”, sus “prioridades”.
Hector Amodio Perez, con sus preocupaciones, el afán de que se conocieran “sus verdades”, la gruesa capa de “agregados” que otros se encargaron de echar sobre sus espaldas, entraba en los cálculos posibles de “temas” a explotar. Por eso su libro, fue publicado por Ediciones de la Plaza, una de las editoriales que se agrupan bajo el sello editorial del diario “El Pais” el principal baluarte de la reacción uruguaya, devenido por cuestiones políticas tácticas, en órgano “concertacionista” de la “crema” reaccionaria de ambos partidos: el “blanco” y el “colorado”. Los denominados “rosaditos”.
Ya hemos hablado anteriormente –en dos series de artículos, con el presente- sobre el tema general. Y lo hicimos también antes, cuando “su reaparición” en el año 2013. Ahora vamos a tocar otro tema que nos parece fundamental: lo que la prensa burguesa –y también la prensa “progresista” escamoteó al debate público. Unos y otros por un motivo sencillo: el mundo periodístico “oficial” se caracteriza por un desconocimiento fenomenal del pasado reciente, un afán desmesurado por no investigar, una renuencia profesional a bucear en las hemerotecas y archivos, todo , parte de la nueva mentalidad instalada de “hacé la tuya” y hacéla “cómoda y despreocupadamente”, sin romperte la cabeza con esa de pensar y hacer “periodismo investigativo”.
Las antiguas guerrillas en America Latina, fueron derrotadas, no por esfuerzos militares, simplemente. Fueron derrotadas principalmente, gracias a un trabajo de “inteligencia” que tenía la finalidad de ahorrar bajas en combate. Eso por un lado, por el otro , la violencia brutal, fascistoide, indiscriminada, ejercida contra las poblaciones civiles y todos los organismos que en nombre del viejo liberalismo, pusieran freno a sus excesos. Así se eliminaron preferentemente: dirigentes sindicales, la extendida red de militantes y activistas, los dirigentes de organismos civiles humanitarios, educadores, asistentes sociales, personalidades universitarias críticas, parlamentarios y hasta dirigentes políticos que no se plegaran a las “exigencias” del “nuevo tiempo”. La ola posterior de “golpismo militar juntista” llegó cuando esa tarea previa, estaba instalada en la cotidianidad política de cada una de las naciones involucradas. Los “golpes” fueron la culminación y se dieron “antes de tiempo”, del tiempo en que inevitablemente la oleada de protesta popular y resistencia –inclusive armada- fuera totalmente irreversible. Fueron “golpes” para que no hubiera “revolución(es)”. Todo lo demás, particularmente las interpretaciones burguesas posteriores, omiten ese tema y la interpretación de “los dos demonios” del argentino Sábato, es la culminación de esos esfuerzos.
Señalado el tema “de la inteligencia” es necesario avanzar por él, y sus relaciones concomitantes.
Ya hemos escrito (ver serie Amodio en formato libro ) que es necesario que todos aprendamos a orientarnos en medio del terreno minado de “las verdades, las semiverdades, las falsificaciones y las mentiras”.
Amodio, con “sus verdades” y a lo largo de las mismas, desliza más de una.
Además de la notoria, “de que no estaba involucrado en colaboración alguna”, de que “no se había puesto el uniforme”, de que “no era el capitán Mandrake”, destrozada prácticamente con los testimonios de militantes conocidos y respetados como Julio Listre, el “Pochilo” Martel e, inclusive el antiguo obrero de Alpargatas, hay otras, que entran en el terreno de las semiverdades y de las falsificaciones.
El incidente que lo involucra a él, Wassen Alaniz y Wolf es una de ellas. Es imposible creer que en el episodio tuviera la intervención marginal que pretende. Wolf fue manipulado por personas que sobre él, tenían ascendiente, habían sido sus “jefes”, con todo lo que esto implica de consideración, respeto y acatamiento. Para nosotros, lo “atropellaron”, le vendieron “el verso” del esfuerzo humanista para “evitar derramamientos de sangre” y con esas artimañas lograron el objetivo de que les dijera dónde estaba situada la “cárcel del Pueblo”. Wolf era demasiado joven e inexperto en “los problemas internos”, inclusive en el tema de las “manipulaciones” y, en cambio, los otros eran expertos y viejos practicantes del vicio, como era moneda corriente en la cumbre de la pirámide, el vértice del “aparato”.
Lo mismo podríamos decir de su supuesta colaboración con Cristi y con Trabal. Es muy posible que Cristi (que era general, por tanto conductor o uno de los conductores de la campaña militar contra el viejo MLN-Tupamaros) se conformase con el “dato” de la cárcel del Pueblo, que era un galón importante, psicológico, en la campaña de mostrar éxitos y resultados inmediatos ante la Presidencia. Pero Trabal, es harina de otro costal.
Trabal es parte fundamental de la corporación militar, en el plano de la “Inteligencia”. Y esa corporación estaba formada –y bien formada en sus fundamentos- por el mismo Pentágono. Sabían que hacer con “la información”, sabían “organizarla”, sabían qué hacer con ella y como utilizar a los individuos que cayeran en sus redes. El padrón de la inteligencia, es formar “la calesita” y el que cae en la telaraña, queda prendido de la misma y no lo sueltan así nomás.
A esa corporación militar, en su rama de la “Inteligencia” solo le faltaban los datos sobre los que ejercer los conocimientos y las capacitaciones que habían adquirido en “los cursos”. Los “colaboradores”, los “quebrados”, los delatores, eran “el paño” sobre el cual cortar los moldes de los que estaban perfectamente compenetrados, la “materia prima” sobre la cual ejercer sus facultades.
Si la corporación militar, tiene en la fuerza bruta, el núcleo principal de sus esfuerzos para salvaguardar “el sistema”, la “inteligencia militar” subordinada al mismo fin estratégico, conlleva otros procedimientos y métodos.
Es lo que nunca pudo comprender cierto dramaturgo, “interrogador” de Bardesio, y que fue “paseado” por el mismo, en sus interrogatorios, donde dejó concientemente de lado, “la conexión norteamericana”, sus verdaderos asesores y por respetar esos principios Bardesio, después pudo contar con la colaboración yanqui para refugiarse en ese país, hasta que decidió volver. Es también la diferencia entre “un profesional” (que sabe lo que hace) y un amateur que de la “inteligencia” no sabía nada, ni siquiera la mitad de la misa, y con esas carencias –aún hoy alardea- este “antiguo jefe” y un improvisador sin capacidad y sin talento. Por “jefes” tan incapaces, fue que perdimos, por “jefes” así fue que tantos marcharon al sacrificio inútilmente.
Volvemos a repetir la pregunta, que hemos hecho anteriormente. ¿Era Hector Amodio Perez parte de un esquema de la “inteligencia” militar uruguaya, durante el periodo Trabal, esquema que con la muerte del mismo, se archivó y caducó? ¿Porqué –desaparecido Trabal- Queirolo le “informa” a Lessa, que “Amodio está en Europa y hasta admite que se cartea con el mismo? ¿Es mera “casualidad” que un traidor marche al Paraguay y el otro es reinsertado en Europa con un socias real, que recientemente ha sido descubierto? ¿ Todo esto , era parte de un esquema de proyecto, que con la muerte de Trabal caducó?
Amodio, para asentarse en Europa, no solo precisó la colaboración inicial uruguaya, precisó además, la colaboración del Estado Español Franquista que lo recibió. ¿Era un remedo de topo, plantado para una jugada eventual posterior?
Todo esto que es parte, del padrón general de la inteligencia –inclusive sus eventuales conexiones con “el Condor” latinoamericano- es un tema que no ha estado presente en los programas televisivos, ni en los artículos de los diarios.
Era –al fin!!!- una de esas “guerras” con las que soñaron miles de oficiales de las fuerzas armadas uruguayas, antes de que degastaran sus vidas en las rutinas y la burocracia cuartelera, generación tras generación. Y era una “guerra” donde algunos oficiales se sentían “como los últimos centuriones” de un Imperio, que los traicionaba y los despreciaba constantemente. De ahí “la conexión francesa” inclusive los libros del Sr. Jean Larteguy, libro(s) de cabecera de más de un oficial torturador uruguayo y que se les daba a leer a los que dudaban o desfallecían ante “la necesidad” de la tortura sistemática de la población civil y el exterminio después, a que estaban abocados.
Es comprensible porque la prensa burguesa, privada, nacional, se detiene ante éste supuesto muro de contención de “sus investigaciones periodísticas”. Es comprensible porque todos ellos están en la “defensa del sistema” y llegado el caso, están dispuestos a repetir todos y cada uno de los tenebrosos pasos que dieron durante el juntismo militar que ensangrentó el Cono Sur de América Latina.
Hay algo más, en el caso de Hector Amodio.
Amodio, en su vanidad inicial -ahora está más que menguada- reproducía el rol de antiguo jefe del “aparato” del cual estaba compenetrado. Era la soberbia falta de contenido, basada en éxitos y resultados espectaculares, pero sin posibilidades ni planes serios con continuidad. Todo terminaba en lo que encarnó –despues del 85- la troika de EFH, Marenales y Mujica. Es por eso que Hector Amodio Perez no tiene críticas que hacer al ejercicio del gobierno, de sus antiguos compañeros y camaradas y, se refiere solo a episodios del pasado y su condena “a la muerte”, mientras a otros se les eximió de la misma. Es la muerte del proyecto revolucionario inicial en los términos que los ha formulado Jorge Torres en su libro crítico (La Derrota en la Mira).
La “liberación nacional” como preámbulo del “socialismo”, en vista de los resultados de todos los movimientos “de liberación nacional” en el resto del mundo, ha demostrado que todo ese “programa” eran frases huecas, sin contenido.
Utiles solo durante un tiempo y una época, que por suerte ha pasado a la historia sin pena ni gloria.
Aún hoy, el EME-Pepismo, sigue insistiendo con esa tontería, que es el justificativo para su práctica real que es el “neoliberalismo no ortodoxo” y el cretinismo parlamentario burgués más atroz. Desaparecidos los últimos líderes del periodo pasado (el “Pepe” Mujica, la “Tronca” Topolansky, el “Bicho” Bonomi) sus epígonos actuales el Sr. Alejando Sanchez, el Sr. Berterretche y otros se refugiaran en un “populismo” vago del cual ni ellos mismos saben a dónde los llevará. Son y serán los BOCAMAROS de los Ultimos Días, como cierta secta evangelista.
Copyright © 2007 SURda All rights reserved. webmaster@surda.se | |